Dependiendo de la forma en que se manejen, las disputas pueden ser una oportunidad para resolver problemas y mejorar las relaciones, siempre y cuando se aborden de manera saludable y constructiva. Pero si las disputas se manejan de manera destructiva, pueden dañar las relaciones y crear conflictos innecesarios.

Para abordar las disputas de manera saludable, sabemos que es importante tener una comunicación abierta y honesta, expresar nuestros sentimientos y necesidades de manera clara y respetuosa, y tratar de entender el punto de vista de la otra persona. También es útil tener en cuenta nuestros propios comportamientos y cómo pueden afectar a la situación, y tratar de resolver los conflictos de manera justa y equitativa.

Aunque es importante tratar de abordar las disputas de manera saludable y constructiva, a veces puede ser difícil poner esto en práctica debido a la diversidad de personalidades de los miembros del equipo. Es normal que haya diferencias en cómo las personas manejan el conflicto y esto puede afectar la forma en que se abordan y resuelven los problemas.

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Es posible que hayas experimentado situaciones de conflicto que parecen una amenaza inminente y que hayas cometido errores al intentar evitar o resolver ese conflicto. Estos errores incluyen no escuchar al otro, responder de manera agresiva a los puntos de vista diferentes y reaccionar sin pensar en consecuencias. ¿Te parece familiar?

Cuando esto sucede, creamos un círculo vicioso donde todos tienen razón pero nadie gana; lo único que se logra es un sentimiento generalizado de amargura. Por esta razón, es importante aprender a identificar las posibles disputas antes de que surjan, para prevenirlas sin llegar al punto extremo de ser inflexibles e intolerantes.

Si queremos evitar disputas innecesarias, es necesario mantener un diálogo constructivo centrado en soluciones y compromisos mutuamente satisfactorios.

Y aunque no existe una forma universal que dé garantías contra tales riesgos, hay errores universales que a menudo cometemos  y que con algunas simples reglas podemos evitarlos.

Evitando las generalizaciones

No digas «siempre» y «nunca» a menos que sea verdad.

Cuando se trata de las generalizaciones, hay que recordar que no siempre son ciertas. Debes ser consciente de tus palabras y evita decir frases como «siempre» o «nunca» a menos que sea cierto. Las generalizaciones también pueden ser la costumbre de sacar conclusiones infundadas, por ejemplo: “Dices esto porque no me respetas”.

O bien tomar acciones deliberadamente fuera de contexto, como cuando a una persona que reacciona emocionalmente ante una situación dolorosa se les califica con una palabra negativa. Estas frases provocan en la mayoría de los casos una reacción defensiva, detrás del cual suele esconderse el miedo y el resentimiento acumulado. Por ese motivo es importante intentar entender qué hay detrás antes de juzgar algo así sin pensarlo dos veces.

La generalización apresurada es una falacia que hay para evitar.

Generalizaciones clásicas:

  • «Los millennials son todos flojos y no saben trabajar duro.»
  • «Siempre llegas tarde a las reuniones»
  • «Nunca entregas tus proyectos a tiempo»

Estrategias y soluciones:

  • En lugar de hacer generalizaciones, enfoca tu atención en los comportamientos específicos de una persona.
  • Trata a cada persona como un individuo único y no como un miembro de un grupo estereotipado.
  • Recuerda que nadie es perfecto y todos cometemos errores. No se puede juzgar a una persona en su totalidad basándose en un solo comportamiento o acción.
  • Intenta ponerse en el lugar de la otra persona y tratar de entender por qué se comportan de cierta manera en lugar de simplemente etiquetarlos.
  • Utiliza la navaja de Hanlon y evita el error de atribución fundamental.

Generalizaciones en un equipo de trabajo:

  • «Nunca se nos notifica a tiempo de los cambios en el proyecto»
  • «Siempre hay conflictos entre los miembros del equipo»
  • «Los miembros del equipo son todos flojos»
  • «Los empleados de operaciones son más difíciles de trabajar que los de otras divisiones.»
  • «Los empleados que llevan más tiempo en la empresa son más competentes que los recién contratados.»
  • «Los empleados que trabajan en el turno dia son más productivos que los que trabajan en la tarde.»
  • «Los empleados que vienen de una determinada universidadson más calificados que los demás.»

Estas generalizaciones pueden ser falsas en un 99,9% falsas o incluso dañinas, ya que no tienen en cuenta la diversidad individual y pueden perpetuar estereotipos negativos en los equipos de trabajo.

Estrategias y soluciones

  • Fomenta la comunicación abierta y honesta entre los miembros del equipo. Esto puede ayudar a identificar y abordar problemas específicos de manera más efectiva en lugar de hacer generalizaciones apresuradas.
  • Establece canales de comunicación clara y ofrezca una retroalimentación regular para asegurarse de que todos estén al tanto de lo que está sucediendo en el proyecto y en el equipo.
  • Fomenta el respeto y la inclusión entre los miembros del equipo. Esto puede ayudar a reducir la tensión y el conflicto y promover un ambiente de trabajo más positivo.
  • Ofrece entrenamiento y apoyo a los miembros del equipo para ayudarles a mejorar sus habilidades y desempeño.
  • Alienta a los miembros del equipo a buscar soluciones en lugar de culpar a otros. Esto puede ayudar a evitar la creación de generalizaciones negativas y promover un ambiente de trabajo más colaborativo.}
  • Utiliza la navaja de Hanlon y evita el error de atribución fundamental.

Cuidado con el efecto pigmalión. No te programes para la negatividad

La profecía autocumplida también funciona en la comunicación. Los psicólogos llaman a esto el  «efecto Pigmalión» .

Cuando hablamos con alguien, tenemos la tendencia a actuar de acuerdo con las expectativas que el otro tiene de nosotros. Esto se conoce como el efecto Pigmalión y los psicólogos lo ven como una profecía autocumplida.

Si estás convencido de que tu interlocutor sentirá antipatía hacia ti antes incluso de empezar la conversación, entonces inconscientemente te comportarás para cumplir esas expectativas.

Por supuesto, también funciona en sentido inverso: si crees que tu interlocutor te recibirá bien y mostrará simpatía hacia ti, entonces involuntariamente harás cosas para complacerlo y provocar su aprobación.

Ejemplos de aplicación del efecto Pigmalión:

  • Un jefe que cree que un empleado es poco capaz, es más probable que le dé menos responsabilidades y oportunidades de crecimiento, lo que puede llevar al empleado a no desempeñarse tan bien en el trabajo.
  • Por el contrario, si el mismo jefe cree que ese empleado es inteligente y capaz, es más probable que lo trate de manera respetuosa y que le de la oportunidad de demostrar su habilidad. Como resultado, esa persona se sentirá más motivada y tendrá más confianza en sí misma, lo que puede llevar a un mejor desempeño.

En los equipos de trabajo:

  • Si crees que tu jefe te ve como un empleado poco capacitado, entonces puedes actuar de manera insegura o menos confiada en tus decisiones y trabajo, lo que puede reforzar la creencia de tu jefe.
  • Si piensas que tus compañeros de trabajo no te respetan, es posible que te muestres defensivo o evites la interacción con ellos, lo que puede perpetuar el ciclo de falta de respeto.
  • Si sientes que tu empresa no valora tu trabajo, es posible que te sientas desmotivado y no des a tu máximo esfuerzo en el trabajo, lo que puede reforzar la creencia de tu empresa de que eres poco valioso.
  • Si el líder del equipo siempre tiene una actitud negativa hacia los miembros del equipo, es probable que los demás también adopten esa actitud y comiencen a tener conflictos entre ellos.
  • Si un miembro del equipo siempre se siente excluido de las decisiones importantes, es probable que su rendimiento y motivación disminuyan, lo que puede afectar negativamente el trabajo en equipo.

Para combatir el efecto Pigmalión, es importante tener en cuenta las expectativas que tenemos sobre otras personas y tratar de ser conscientes de cómo estas expectativas pueden influir en el comportamiento y el desempeño de esas personas. Algunas formas de hacerlo son:

  1. Evalúa tus propias expectativas: Trata de ser consciente de las expectativas que tienes sobre otras personas y cómo pueden afectar su comportamiento.

  2. Evita etiquetar a las personas: No asumas que una persona no puede hacer algo solo porque no ha demostrado ser buena en eso en el pasado.

  3. Comunica tus expectativas de manera clara: Asegúrate de que las personas entiendan tus expectativas y lo que se espera de ellas.

  4. Brinda apoyo y orientación: Ayuda a las personas a alcanzar tus expectativas proporcionándoles el apoyo y la orientación necesarios.

  5. Fomenta la confianza: Trata a las personas con respeto y valora sus aportes, lo que les dará confianza y motivación para alcanzar tus expectativas.

  6. Evita el sobreproteccionismo: No trates a las personas como si no fueran capaces de hacer algo por sí mismas. Dale a las personas la oportunidad de tomar decisiones y asumir responsabilidades.

  7. Fomenta el aprendizaje: Ayuda a las personas a aprender de sus errores y a mejorar su desempeño en el futuro.

No pongas excusas

Al admitir la propia culpa, es importante recordar que el objetivo no es centrarse en uno mismo, al contrario, debes dirigir tu atención a los sentimientos y necesidades de la persona afectada por el error cometido. Esta actitud puede ayudar a calmar y resolver la situación de forma más rápida y eficaz.

Un paso adelante puede ser ofreciendo ideas para solucionar el problema: «¿Qué podemos hacer para arreglar esto?». Estas acciones resultan útiles ya que demuestran preocupación por parte del responsable del error, así como también un deseo real de encontrar una solución satisfactoria para todos los involucrados.

Excusas típicas en el trabajo:

  1. No cumplí con un plazo acordado, en lugar de decir «No pude hacerlo porque tenía demasiado trabajo», podrías decir «Mis disulpas, no cumplí con el plazo acordado y eso ha generado un problema. ¿Qué podemos hacer para arreglar esto y asegurarnos de que no vuelva a suceder en el futuro?»
  2. Una persona que llega tarde a una reunión en lugar de decir «El tráfico estaba terrible», podría decir «Lo siento, llegué tarde a la reunión. ¿Podemos reprogramar para una hora que sea más conveniente para todos?»
  3. Una empresa que ha recibido una queja de un cliente en lugar de decir «No es nuestra responsabilidad», podría decir «Lo siento, entendemos que estás insatisfecho con el servicio que recibiste. ¿Podemos hacer algo para resolver el problema y asegurarnos de que no vuelva a suceder en el futuro?»

Algunas estrategias y soluciones para evitar poner excusas:

  1. Asumir la responsabilidad: en lugar de tratar de culpar a otros o encontrar justificaciones para el error, es importante aceptar que se cometió una equivocación y asumir la responsabilidad.
  2. Pedir disculpas de manera sincera: en lugar de tratar de minimizar el error o evitar disculparse, es importante decir «lo siento» de manera sincera y auténtica.
  3. Ofrecer soluciones: en lugar de sólo pedir disculpas, es importante tratar de encontrar soluciones para arreglar el problema y evitar que vuelva a ocurrir en el futuro.
  4. Aprender de los errores: en lugar de tratar de olvidar el error y seguir adelante sin reflexionar, es importante tomar un tiempo para analizar qué pasó y cómo se puede mejorar en el futuro. Volver a tropezar con la misma piedra no es de una persona racional.

Nunca corrijas al interlocutor.

¿A quién le gusta que le corrijan en público?. A nadie.

Definitivamente no lo uses como un argumento o una forma de exponer la ignorancia de tu oponente.

Aunque te parezca que pronunció mal una palabra o puso un acento en el lugar equivocado, recuerda que generalmente no beneficia a nadie salirse de los límites y atacar la forma en que otra persona escribe o habla.

La libertad de expresión es uno de los derechos humanos fundamentales y cada persona tiene el derecho a usar su propio lenguaje sin ser juzgado por ello.

Pregúntate a ti mismo: ¿en qué me afecta si alguien habla o escribe incorrectamente? Si la respuesta es «nada», entonces simplemente ignora la situación y sigue adelante con tu vida sin involucrarte en discusiones innecesarias.

Corregir a alguien en el ambiente laboral puede ser necesario en algunos casos, pero es importante hacerlo de manera respetuosa y sin ofender al interlocutor.

Situaciones donde podríamos estar tentado a corregir al interlocutor:

  • Tu pareja utiliza un acento incorrecto al hablar un idioma que están aprendiendo juntos.
  • Tu compañero de trabajo escribe una palabra incorrectamente en un en un correo electrónico y le corriges copiandole a todos los destinatarios.
  • Si uno de tus compañeros de trabajo está presentando un informe y olvida mencionar un detalle importante, es posible que otro participante interrumpa para recordárselo.
  • Si dos participantes están discutiendo un tema y uno de ellos dice algo que el otro sabe que es incorrecto, es posible que el segundo participante interrumpa para corregirlo.
  • Si el moderador de la reunión está llevando el registro de la reunión y omite un punto importante, es posible que otro participante interrumpa para asegurarse de que el punto sea incluido en el registro.

Soluciones para evitar corregir al interlocutor:

  • Si la palabra o el acento incorrecto no son cruciales para la conversación o el contexto, simplemente sigue adelante sin mencionarlo.
  • Si es necesario aclarar algo para evitar confusiones, trata de hacerlo de manera amable y sin criticar al otro. Por ejemplo: «Creo que la palabra que buscas es ‘eficiente’, no ‘eficaz'» o «El acento correcto para esta palabra es ‘papá’, no ‘papa'».
  • Si el error es grave y afecta negativamente al trabajo o la comunicación, trata de hablar en privado con la persona y expresar tus preocupaciones de manera respetuosa.
  • Como en los ejemplos anteriores, es importante tener en cuenta que corregir a alguien durante una reunión puede ser necesario en algunos casos, pero es importante hacerlo de manera respetuosa y sin ofender al interlocutor. Es posible que sea útil usar una frase como «Perdona, quería asegurarme de que entendía esto correctamente» para mostrar que se está tratando de ayudar y no de criticar.

Habla en primera persona

Cominza todas las frases problemáticas con «yo» (siento, pienso), dejando en claro que la fuente de tus sentimientos, deseos y pensamientos, incluso si están asociados con otra persona, eres tú mismo.

Entonces, en lugar de culpar al otro, lo haces simpatizar con tus problemas. Pero hay un añadido importante: como  explica el psicólogo J. Johnson , para que el “yo-afirmativo” realmente no lastime al otro, el “tú” también debe ser excluido.

Ejemplos y soluciones:

  • «Yo pienso que no estás haciendo tu trabajo bien»: Esta frase podría ser mejorada diciendo «Siento que mi trabajo no está siendo valorado debido a errores que veo en el trabajo de otros» para dejar en claro que la fuente de los pensamientos es la persona hablando y para evitar culpar al otro.

  • «Yo siento que eres muy exigente conmigo»: Esta frase podría ser mejorada diciendo «Siento que siento presión excesiva para cumplir con tus expectativas» para dejar en claro que la fuente de los sentimientos es la persona hablando y para evitar culpar al otro.

Tomar descansos

La comunicación real no ocurre durante la pronunciación de las palabras, sino en los intervalos entre réplicas, en nuestra cabeza. 

No te apresures a responder a las palabras del interlocutor, guarda silencio durante unos segundos para darle la oportunidad de escuchar y comprender lo que dijo. Es posible que inmediatamente intente corregir sus frases.

Ejemplos y soluciones:

Persona 1: «Creo que deberíamos considerar contratar a una empresa externa para desarollar las tareas del equipo X.»

Persona 2: (toma unos segundos para reflexionar antes de responder) «Entiendo tu perspectiva, pero ¿has considerado la opción de reasignar tareas entre el equipo actual en lugar de despedir y contrarar a una empresa externa? Creo que es importante evaluar todas las opciones antes de tomar una decisión.»

Tomar unos segundos para reflexionar antes de responder puede ayudar a evitar reacciones impulsivas y dar la oportunidad de pensar en una respuesta más considerada y reflexiva. A veces, estamos tan ansiosos por expresar nuestro punto de vista que interrumpimos a la otra persona mientras aún está hablando. Esto puede ser frustrante y puede hacer que la otra persona se sienta ignorada y sin valor.

Tienes una reunión con tu jefe para discutir un proyecto en el que has estado trabajando. Durante la reunión, tu jefe comienza a hacer sugerencias y cambios que no estás de acuerdo.

En lugar de simplemente decir «No estoy de acuerdo», intenta expresar tus pensamientos y razones de manera más clara y concisa. Por ejemplo, «Entiendo tu perspectiva, pero creo que si hacemos esto podría afectar negativamente el tiempo de entrega del proyecto. ¿Podríamos considerar una solución alternativa que tenga en cuenta ambas perspectivas?» De esta manera, estás expresando tu opinión de manera respetuosa y estás abierto a considerar otras opciones.

Si te encuentras en una situación donde sientes que no puedes expresar tus pensamientos de manera clara, trata de tomar un momento para reflexionar sobre lo que realmente quieres decir. Pregúntate a ti mismo: ¿qué es lo que realmente estoy tratando de decir? ¿Cuál es mi objetivo en esta conversación?

Una vez que hayas identificado esto, trata de expresarlo de manera clara y concisa, utilizando ejemplos y explicaciones para apoyar tu postura. 

Aprende a entender lo que realmente quieres decir

Piensa diez veces antes de reprochar: «No me entiendes». Tal vez no sea la otra persona, sino el hecho de que no puedes formular tu pensamiento. Sabemos desde el Tractatus Logico-Philosophicus de Wittgenstein que si no puedes explicar algo, a menudo significa que tú mismo no lo entiendes. Y finalmente, lo más importante.

Soluciones:

  1. Toma un tiempo para reflexionar sobre lo que quieres decir: Antes de decir algo, es útil tomarse un tiempo para reflexionar sobre lo que realmente queremos decir y cómo podemos formularlo de manera clara y concisa. Esto puede ayudar a evitar confusión y malentendidos.

  2. Usa un lenguaje claro y preciso: Al utilizarlo podemos asegurarnos de que nuestro mensaje sea comprendido de manera efectiva. Evita el uso de palabras o frases ambiguas o confusas.

  3. Pide aclaraciones: Si no estás seguro de que alguien ha comprendido lo que quieres decir, no tengas miedo de pedir aclaraciones. Preguntar «¿Podrías explicarme más sobre lo que acabas de decir?» o «¿Estoy entendiendo esto correctamente?» puede ayudar a asegurar que ambas partes estén en la misma página.

  4. Utiliza ejemplos o analogías: Si estás tratando de explicar algo complejo o abstracto, es posible que sea útil utilizar ejemplos o analogías para hacer que sea más fácil de comprender

No intentes superar las fake news

No intentes superar las fake news por tu cuenta. Es imposible. Es una tarea que requiere de conocimientos profesionales, habilidades y experiencia de un psiquiatra y tu no lo eres.

Establecer contacto con quienes han sido víctimas de la propaganda política es algo laborioso, muy cercano a lo que se denomina “desprogramación” -una técnica usada para ayudar a miembros de sectas totalitarias a salir del control mental. Por esta razón no debemos intentar desenmascarar las noticias falsas sin contar con los recursos necesarios para lograrlo exitosamente.

Si no tiene tales calificaciones, el consejo es elegir dos vias:

  1. No hables de política, guerra o cualquier otro tema candente.
  2. O simplemente reduce la comunicación al mínimo si es necesario.

Y si todavía te encuentras en una discusión, sigue el consejo del psicólogo Adam Grant.

En el fragor de una discusión, deténte y pregúntele a la otra persona qué argumentos podrían hacerle cambiar de opinión. Si la respuesta es «ninguno», no tiene sentido continuar.