Publicado el 2021, «Fire, Storm & Flood: The Violence of Climate Change» es un análisis contundente y urgente sobre cómo el cambio climático está desatando una serie de fenómenos naturales devastadores y que ya no podemos ignorar.
James Dyke, académico destacado en sostenibilidad y cambio climático, utiliza su experiencia para exponer cómo la actividad humana ha precipitado una nueva era de desastres naturales. A lo largo del libro, Dyke va desglosando cómo el calentamiento global está intensificando tormentas, incendios y inundaciones a niveles sin precedentes, y cómo estas fuerzas están remodelando no solo el paisaje físico del planeta, sino también sus estructuras sociales y económicas.
Lo que distingue a este libro es su enfoque es en la violencia del cambio climático, un término que Dyke utiliza para describir no solo la intensidad de los fenómenos meteorológicos, sino también el impacto devastador que tienen en las comunidades humanas y los ecosistemas.
Dyke enfatiza en señalar que los eventos extremos ya no son simples anomalías, sino la nueva normalidad, a la que los humanos debemos aceptar y adaptarnos rápidamente.
Es un libro bastante interesante y relevante, porque aborda de forma directa y sin rodeos las consecuencias del cambio climático, sobre todo ante gran parte de la comunidad mundial que sigue negando o subestimando su impacto en el planeta
Aquí Dyke nos desafía a enfrentar la realidad del cambio climático y a reconsiderar sus enfoques hacia la sostenibilidad y la adaptación.
A continuación las ideas más interesantes:
1. La violencia del cambio climático es inevitable y se está intensificando.
El concepto de violencia climática que Dyke introduce no se refiere solo a la fuerza física de los eventos naturales, sino a la devastación que estos provocan en las comunidades humanas y en los ecosistemas globales. En Chile ya tenemos casos donde comunidades enteras han sido arrasadas por incendios provocados por olas de calor extremas que no teníamos antes.
El aumento de la temperatura global está potenciando fenómenos como incendios forestales, tormentas más fuertes y lluvias torrenciales que no solo causan destrucción inmediata, sino que también alteran profundamente las formas de vida, la economía y la salud pública.
Dyke argumenta que estos eventos, lejos de ser excepcionales, se están convirtiendo en la norma, y el planeta está entrando en una fase de volatilidad extrema que pondrá a prueba la resiliencia de la humanidad.
El autor examina cómo estas formas de violencia climática están interconectadas y cómo sus efectos se amplifican mutuamente. Por ejemplo, en Chile, el retroceso de los glaciares no solo afecta el suministro de agua potable, sino que también contribuye al aumento del nivel del mar y a cambios en las corrientes oceánicas. Esto, a su vez, intensifica fenómenos como la sequía prolongada en la zona central y la desertificación.
En este sentido, Dyke sostiene que la humanidad está entrando en una era de «clima extremo acelerado» donde los eventos extremos serán más frecuentes y más destructivos.
En la vida diaria, esto se traduce en un mayor riesgo para comunidades costeras, la agricultura, y la infraestructura, que no están preparadas para enfrentar cambios tan rápidos y severos.
La violencia del cambio climático, según Dyke, no es algo que se pueda evitar completamente, sino algo para lo que debemos estar preparados, tanto en términos de adaptación como de mitigación.
La infraestructura crítica deberá ser rediseñada, y las políticas de urbanización deberán considerar estos riesgos crecientes. En un contexto profesional, esto implica que los líderes de grandes empresas, grupos económicos y gubernamentales deben integrar la planificación climática en todas las decisiones estratégicas para evitar pérdidas catastróficas.
2. La historia climática de la Tierra muestra patrones de cambio extremo.
Dyke presenta un recorrido por la historia climática de la Tierra para demostrar que el planeta ha pasado por periodos de cambios extremos que han tenido impactos devastadores en la vida.
Desde las edades de hielo hasta el calentamiento global que contribuyó a la extinción masiva de especies, el clima siempre ha sido un factor determinante en la evolución de la vida en la Tierra. Sin embargo, el cambio actual es diferente por su velocidad y magnitud, impulsado casi en su totalidad por la actividad humana.
La idea central aquí es que, si bien el cambio climático es una constante en la historia de la Tierra, la capacidad de adaptación de las especies y los ecosistemas siempre ha sido limitada.
Los eventos que Dyke describe, como la extinción del Pérmico-Triásico, que aniquiló al 90% de las especies marinas, ilustran cómo el cambio climático puede reconfigurar el mundo de maneras impredecibles y permanentes.
Dyke sugiere que el conocimiento de estos patrones históricos debería servir como advertencia. La humanidad tiene la ventaja de entender los mecanismos del cambio climático, algo que las civilizaciones anteriores no tenían.
No obstante, Dyke señala que la inacción actual frente a la crisis climática podría llevarnos a repetir los errores del pasado, donde la falta de preparación llevó al colapso de sociedades enteras.
Este entendimiento es aplicable a cómo enfrentamos el futuro. La historia nos enseña que no podemos tomar por garantizado el clima relativamente estable que ha permitido el desarrollo de la civilización humana.
Las empresas y gobiernos deben aprender de estos patrones históricos para diseñar políticas y estrategias que consideren escenarios extremos como una posibilidad real, no como una anomalía.
3. La actividad humana está acelerando un cambio climático sin precedentes.
Dyke resalta cómo la revolución industrial marcó el inicio de un cambio climático acelerado debido al aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, particularmente CO2, por la quema de combustibles fósiles.
Este cambio, en menos de dos siglos, ha llevado a un calentamiento global que, aunque pueda parecer modesto en términos de grados celsius, tiene terribles consecuencias en nuestro planeta.
El autor explica que este fenómeno no tiene precedentes en la historia de la Tierra, ya que el ritmo al que están ocurriendo estos cambios es inusualmente rápido.
Mientras que en el pasado los cambios climáticos tomaban miles o millones de años, hoy estamos viendo transformaciones significativas en décadas. Esto no solo desafía la capacidad de adaptación de la naturaleza, sino también la de las sociedades humanas, que dependen de sistemas agrícolas, económicos y políticos que se desarrollaron en un clima mucho más estable.
Este punto es crucial para entender por qué es necesario actuar con urgencia. La idea de que la humanidad ha alterado significativamente el equilibrio climático del planeta obliga a repensar nuestro modelo de desarrollo.
En la práctica, esto significa que todos los sectores industriales deben transitar hacia tecnologías más limpias, y las políticas públicas deben enfocarse en la reducción drástica de emisiones. Si lo vemos desde un punto de vista profesional, esto implica que debe existir una reorientación hacia la sostenibilidad como un principio rector en todas las decisiones económicas y estratégicas.
4. Los eventos meteorológicos extremos se están volviendo más comunes y destructivos.
El autor subraya cómo los eventos extremos, como huracanes, incendios forestales y sequías, están aumentando en frecuencia y severidad debido al cambio climático.
Este incremento no solo es notable, sino alarmante, ya que estos eventos son responsables de la destrucción masiva de infraestructuras, pérdidas de vidas humanas y daños ecológicos irreversibles.
Dyke utiliza algunos ejemplos recientes para ilustrar cómo la interferencia humana ha amplificado la intensidad de estos fenómenos. Por ejemplo, el aumento de la temperatura del océano Atlántico ha sido un factor en la intensificación de huracanes en la costa este de Estados Unidos. En Chile, las sequías prolongadas han exacerbado los incendios forestales en toda la zona central, afectando cultivos forestales, comunidades y ciudades.
Estos eventos no solo están afectando áreas que históricamente han sido propensas a tales desastres, sino que también están empezando a ocurrir en lugares que anteriormente se consideraban seguros.
La implicación de esta idea es que ya no podemos considerar estos eventos como excepciones. El aumento en la frecuencia de desastres naturales debe ser tratado como una nueva normalidad.
Esto exige un cambio en la forma en que las ciudades se planifican, las infraestructuras se construyen y las comunidades se preparan para el futuro.
5. La supervivencia de las civilizaciones pasadas estuvo estrechamente ligada a los cambios climáticos.
Dyke analiza cómo grandes civilizaciones del pasado, como los mayas y el imperio de Angkor, florecieron y cayeron por las distintas condiciones climáticas. Estos ejemplos históricos nos muestran que el clima ha sido un factor decisivo en el auge y la caída de las civilizaciones, y sugieren que las sociedades actuales no están exentas de esta influencia.
La idea de que el clima puede derribar imperios no es nueva, pero Dyke la lleva más allá al argumentar que la crisis climática actual podría tener efectos similares o incluso más devastadores en nuestra civilización global interconectada.
A diferencia de las civilizaciones pasadas, que estaban confinadas a regiones específicas, la crisis actual es global, lo que significa que ninguna nación puede considerarse a salvo de sus efectos. (Recomiendo mirar el mapa de riesgo climático de Chile)
Las lecciones históricas son importantes para comprender la importancia de la resiliencia climática en la planificación a largo plazo. Las políticas de estado y las estrategias de las empresas deben considerar el cambio climático como un factor de riesgo existencial. (principalmente cuando se diseñan las cadenas de suministros de alimentos por ejemplo)
La historia nos enseña que ignorar este riesgo puede llevar a la ruina, y por lo tanto, es esencial que tanto los líderes políticos como económicos actúen con visión y urgencia para proteger a las personas y economías.
6. El calentamiento global está creando nuevas zonas inhabitables en el planeta.
Una de las advertencias más preocupantes de Dyke es que el calentamiento global podría hacer inhabitables vastas áreas del planeta.
Regiones que hoy son densamente pobladas podrían convertirse en desiertos, mientras que otras podrían enfrentar niveles de calor y humedad que excedan la capacidad del cuerpo humano para sobrevivir al aire libre.
Dyke argumenta que esta migración forzada podría desencadenar crisis humanitarias a gran escala y sin precedentes. Las ciudades costeras Chilenas, por ejemplo, están en la primera línea del aumento del nivel del mar, lo que podría desplazar a miles de personas. Al mismo tiempo, áreas agrícolas fértiles de los principales países productores de alimentos podrían volverse áridas, amenazando la seguridad alimentaria global.
Este escenario tiene implicaciones masivas para la planificación urbana, la agricultura, y la infraestructura global. La gestión del riesgo climático se debe convertir en una prioridad estratégica, ya que las áreas actualmente habitables podrían no serlo en un futuro cercano.
Las políticas de migración, la planificación urbana y la seguridad alimentaria deberán adaptarse rápidamente para enfrentar estos escenarios.
7. Los ecosistemas y las especies enfrentan un riesgo inminente de extinción.
Dyke también aborda cómo el cambio climático está precipitando una extinción masiva de especies. Los ecosistemas que han evolucionado para sobrevivir en condiciones climáticas específicas están siendo alterados tan rápidamente que muchas especies no pueden adaptarse.
El derretimiento del hielo ártico y antártico, la acidificación de los océanos y la deforestación acelerada están acelerando la sexta extinción, llevando a la extinción a un ritmo alarmante. En Chile, hay 21 especies altamente vulnerables.
Este colapso de la biodiversidad no solo es una tragedia ecológica, sino que también amenaza la estabilidad de los sistemas que sustentan la vida humana. Los servicios ecosistémicos, como la polinización de cultivos, la purificación del agua y la regulación del clima, están en peligro.
Dyke señala que la pérdida de biodiversidad podría tener efectos en cascada que amenacen la estabilidad económica y social en todo el mundo.
Para enfrentar este desafío, se necesita un enfoque integrado que aborde tanto la preservación de la biodiversidad como la mitigación del cambio climático.
Las políticas de conservación deben estar alineadas con las estrategias climáticas, y la protección de los ecosistemas debe ser una prioridad en todas las agendas políticas y empresariales.
8. La crisis climática es una crisis de justicia, afectando desproporcionadamente a los más vulnerables.
Dyke enfatiza que los impactos del cambio climático no se distribuyen equitativamente. Las comunidades más pobres y vulnerables son las que más sufren, a pesar de ser las menos responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los países en desarrollo, con menos recursos para adaptarse, enfrentan los peores efectos de sequías, inundaciones y desastres naturales potenciados por el cambio climático.
Dyke argumenta que los países desarrollados tienen una responsabilidad histórica de ayudar a los más vulnerables a adaptarse al cambio climático.
Esto puede incluir transferencias de tecnología, financiamiento climático y apoyo en la construcción de infraestructuras resilientes.
Las empresas deben adoptar prácticas sostenibles que no solo reduzcan su huella de carbono, sino que también apoyen a las comunidades afectadas por el cambio climático. La equidad debe ser un pilar central en cualquier estrategia climática efectiva.
9. La adaptación será tan crucial como la mitigación en la lucha contra el cambio climático.
Dyke sostiene que, aunque la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero es esencial, la adaptación a los cambios climáticos ya en marcha es igualmente importante. Las políticas de adaptación deben abordar la realidad de que algunos impactos del cambio climático son inevitables y que las sociedades deben prepararse para ellos.
Esto implica la construcción de infraestructuras más resilientes, la reubicación de comunidades en riesgo, y la adaptación de la agricultura a nuevas condiciones climáticas.
Dyke subraya que la planificación a largo plazo y la inversión en resiliencia serán clave para minimizar los impactos negativos del cambio climático en la sociedad.
La adaptación es, por lo tanto, una tarea urgente para gobiernos, empresas y comunidades. No se trata solo de prevenir futuros desastres, sino de minimizar el daño de aquellos que ya están en marcha.
La resiliencia climática debe ser integrada en todas las áreas de la planificación y la toma de decisiones, desde la urbanización hasta la gestión de recursos naturales.
10. La acción inmediata es esencial para evitar escenarios catastróficos futuros.
Finalmente, Dyke concluye que la ventana de oportunidad para evitar los peores escenarios del cambio climático se está cerrando rápidamente. La acción inmediata y decisiva es esencial para limitar el calentamiento global a niveles manejables y evitar consecuencias catastróficas.
Esto significa que los gobiernos deben implementar políticas climáticas más agresivas, incluyendo la transición hacia energías renovables, la protección de los ecosistemas y la reducción de emisiones en todos los sectores económicos.
Las empresas deben asumir un papel de liderazgo en la innovación y adopción de prácticas sostenibles, y los ciudadanos deben exigir acciones más audaces de sus líderes.
Todos los sectores de la sociedad debemos reconocer la gravedad de la situación y a actuar con la urgencia que el cambio climático exige. La inacción no es una opción pero lamentablemente es una realidad. Cada año que se pospone la acción hace que los desafíos futuros sean más difíciles y costosos de abordar.
Ideas finales
«Fire, Storm & Flood» ofrece una visión poderosa pero alarmante de cómo el cambio climático está transformando nuestro planeta de manera irreversible.
La crisis climática no es solo un problema futuro, sino una realidad presente que ya está causando problemas en muchos países incluyendo el nuestro. El impacto de este libro reside en su capacidad para conectar los puntos entre la ciencia del clima, la historia de la humanidad, y los desafíos actuales y futuros.
Lo interesante, es que no solo es un diagnóstico de los problemas, sino que también entrega un conjunto de soluciones y estrategias que podrían marcar una diferencia significativa.