En un futuro cercano, las máquinas y los robots tendrán un impacto significativo en la vida diaria y el trabajo.
Algunos temen que las máquinas reemplazarán a las personas en sus trabajos, mientras que otros argumentan que los robots solo realizarán tareas rutinarias y harán que la vida sea más cómoda.
Según Kevin Roose, el verdadero problema no son los robots, sino nosotros mismos. Por eso, en Futureproof nos ofrece algunas reglas simples que nos ayudarán a no solo sobrevivir, sino también a prosperar en un futuro incierto.
Sobre el Autor
Kevin Roose es un periodista de tecnología que escribe para The New York Times. Presenta el popular podcast Rabbit Hole sobre cómo Internet está cambiando a la humanidad.
Robots en el mundo humano: a qué temer realmente
Los tecnooptimistas no tienen tanta razón
Según Roose, los argumentos principales de los tecnooptimistas son controvertidos y no tienen tanto asidero. El autor presenta varios contraargumentos que refutan la postura de los optimistas.
Primero, argumenta que la automatización está destruyendo trabajos mucho más rápido de lo que está creando. Menciona que los economistas saben que el crecimiento impulsado por la automatización en el producto interno bruto y las ganancias corporativas supera por décadas los aumentos de los salarios reales de los trabajadores.
En segundo lugar, argumenta que, a pesar de la promesa de quitarle a las personas los trabajos más aburridos, la inteligencia artificial (IA) está tomando cada vez más tareas de oficina y esto no está haciendo a los trabajadores más felices, ya que las tasas de ansiedad son mucho más altas que hace 30 años. Además, la tecnología requiere un nuevo ejército de freelancers mal pagados.
En tercer lugar, el autor menciona que los estudios muestran que cuando la inteligencia artificial alcanza un cierto umbral de efectividad, actúa de manera mucho más eficiente por sí sola que trabajando en conjunto con las personas, y en este punto, los empleadores no requieren trabajadores adicionales.
Por último, el autor refuta el argumento de que el futuro nos promete muchas profesiones nuevas, y plantea la pregunta si estos trabajos serán suficientes para reemplazar los perdidos como resultado de la automatización y si serán tan bien pagados y estables como antes.
Nadie está a salvo
El avance de la inteligencia artificial (IA) y la automatización tiene un impacto significativo en el mundo laboral, y cada vez más profesiones están en riesgo de ser automatizadas. Durante mucho tiempo, los trabajadores del conocimiento se sintieron seguros, pero en los últimos años, la IA ha ido dominando cada vez más las leyes, la contabilidad, la medicina y las finanzas.
La IA tiene la capacidad de realizar tareas que antes solo podían ser realizadas por seres humanos, como diagnósticos médicos, análisis de contratos legales y programación.
Aunque esto puede tener consecuencias negativas en términos de pérdida de empleos, también puede tener beneficios en términos de eficiencia y precisión.
Segun Roose, no todas las profesiones están igualmente en riesgo, ya que la IA todavía tiene limitaciones en cuanto a la comprensión emocional y la creatividad. Además, las profesiones que requieren una combinación de habilidades técnicas y blandas, como la inteligencia emocional, pueden ser menos vulnerables a la automatización.
La amenaza invisible
Según Roose, la inteligencia artificial (IA) tiene un impacto en el lugar de trabajo que se manifiesta de manera gradual y sutil. El autor sostiene que el avance de las máquinas en el lugar de trabajo puede llevar a la disminución de salarios, la rotación del personal y la reducción de vacantes.
A medida que las empresas pequeñas adoptan la tecnología de IA, pueden reemplazar a las grandes empresas, ya que no necesitan tantos gerentes, conductores y despachadores adicionales si estos puestos pueden ser cubiertos con éxito por algoritmos.
De acuerdo a Roose, los nuevos modelos de comportamiento y negocio también pueden reemplazar a los antiguos, como sucedió con la aparición de Instagram, que contribuyó a la quiebra de Kodak en 2012, ya que las personas dejaron de imprimir fotos. El trabajo independiente también está ganando terreno en detrimento del empleo a tiempo completo, y esto es algo en lo que se basan empresas como Uber y Airbnb, que dependen de trabajadores independientes.
El autor también menciona como la IA está desplazando no solo a los trabajadores poco calificados, sino también a sus jefes. El autor menciona que hoy en día la IA sabe cómo monitorear la calidad del trabajo de los empleados, evaluar el desempeño, capacitar a los empleados.
El autor señala ejemplos como en IBM, la evaluación de los empleados está a cargo de su propio algoritmo, Watson y startups como Beqom que automatizan el cálculo de salarios y bonos. La efectividad de estas herramientas son cuestionables según las constantes quejas de los trabajadores.
Los robots más peligrosos
Según Roose, los robots más peligrosos pueden no ser aquellos que visualizamos de manera tradicional, como drones con capacidades avanzadas o robots quirúrgicos. En cambio, sostiene que los robots más peligrosos son aquellos que no nos damos cuenta que existen, como los bots.
Entre los bots que Roose menciona como peligrosos están los bots «burocráticos», que son utilizados principalmente por instituciones gubernamentales, organizaciones financieras y tribunales. Sin embargo, si fallan, el costo de ese error puede ser muy alto. El autor menciona el ejemplo de una falla en los algoritmos utilizados por el Departamento de Salud de California en 2007, que dejó a miles de estadounidenses sin beneficios, y de un algoritmo similar en Ohio, que privó a miles de residentes de beneficios para comprar comestibles.
Otro tipo de bots mencionados son los bots de back-office, algoritmos que se involucran en la rutina de la oficina y ayudan a los jefes a reducir costos al liberar a muchas personas de trabajos como “administrador de beneficios”.
El autor señala que estos bots representan una amenaza para el empleo, ya que se espera que desplacen a 20 millones de trabajadores estadounidenses para 2030. El autor argumenta que la paradoja de estos bots es que no son buenos trabajadores, su inteligencia es suficiente para reemplazar a un trabajador humano, pero no lo suficiente como para contribuir a un aumento significativo en la productividad y, por lo tanto, crear nuevos puestos de trabajo para los despedidos.
Personas en el mundo de los robots:
¿qué deberíamos hacer según Roose?
Regla 1: Haz cosas que las máquinas no pueden hacer.
De acuerdo con Roose, es importante que las personas desarrollen y se especialicen en habilidades que las máquinas no pueden hacer, y así diferenciarnos y tener éxito en el mercado laboral. Aunque la IA tiene una gran capacidad para analizar y procesar datos, todavía hay áreas en las que las personas tenemos ventaja sobre las máquinas.
Según Roose, una de las ventajas de los humanos frente a la IA es nuestra habilidad para manejar situaciones imprevistas y sacar provecho de la información limitada. Esto es especialmente valioso en trabajos donde el entorno cambia constantemente, como enfermeras de cuidados intensivos, oficiales de policía y otros trabajos en los que es necesario adaptarse rápidamente a situaciones cambiantes.
Otra ventaja de las personas es nuestra capacidad para expresar emociones y tener interacciones sociales, algo que la IA todavía no puede comprender. Esto es valioso en trabajos como peluqueros, bartenders y psicólogos, y ofrece oportunidades para aquellos que tienen habilidades únicas en estas áreas.
Finalmente, somos mejores en trabajos que requieren combinaciones inusuales de habilidades. Somos capaces de mezclar géneros, combinar ideas y contar historias de una manera nueva, lo que nos permite escribir novelas, tocar jazz y otras actividades donde la creatividad es valorada. Estas habilidades únicas serán altamente valoradas en el futuro.
Regla 2: No permitas que los algoritmos te atraigan a una burbuja de información
La tecnología ha cambiado la forma en que interactuamos con la información y con los demás. Según Roose, el uso de algoritmos para personalizar nuestra experiencia en línea puede tener un impacto en nuestras preferencias y decisiones. Estos algoritmos pueden llevarnos a una «burbuja de información» donde solo vemos contenido que confirma nuestras creencias y preferencias existentes.
La comodidad de «diseño sin interrupciones» hace que nuestras acciones sean automatizadas y rápidas, como comprar con un solo clic. Sin embargo, ¿qué preferencias son verdaderamente nuestras y cuáles están inculcadas por las máquinas?
Para evitar caer en esta burbuja, Roose sugiere hacer una lista de nuestras preferencias reales y preguntarnos si nuestras decisiones son verdaderamente nuestras o están influenciadas por las máquinas. También sugiere designar tiempo para actividades humanas, como pasar tiempo con amigos y familiares, y incorporar pequeñas distracciones en nuestra rutina diaria para desconectar de la tecnología.
Pregúntate si tu ruta al trabajo es el resultado de su deseo de tomar ese camino en particular o es una sugerencia de Google Maps.
Regla 3. Haz que el dispositivo sea un sirviente, no un maestro
Según Roose, con el aumento del uso de dispositivos en nuestra vida diaria, es fácil caer en la trampa de dejar que los gadgets controlen nuestra atención y tiempo. Muchas veces nos encontramos revisando el teléfono en cualquier momento, incluso en medio de la noche o mientras conducimos, lo que nos impide prestar atención a las personas y al mundo que nos rodea.
Sin embargo, Roose reconoce que los dispositivos electrónicos son una herramienta esencial en nuestra vida, especialmente durante pandemia, que nos permiten comunicarnos con otros de manera virtual. El objetivo no es renunciar a ellos, sino hacer un uso consciente de ellos.
Para lograrlo, Roose sugiere varias medidas como colocar una banda elástica en el teléfono para interferir un poco con su uso, desactivar las notificaciones excepto las más importantes, aprender a no hacer nada y distraerse con actividades que no involucren el uso de dispositivos, retirar el teléfono del dormitorio y organizar una desintoxicación de internet de 24 horas o incluso de dos días.
Según Roose, estos ejercicios nos ayudarán a alejarnos del dispositivo, a apreciar sus capacidades y a valorar el mundo fuera de línea. Es importante recordar que somos nosotros quienes debemos controlar los dispositivos, no al revés, debemos convertirlos en un sirviente, no en un maestro.
Regla 4. Deja que tu trabajo sea personal
Según Roose, en un mundo cada vez más automatizado, es importante destacarse por el trabajo duro y la impronta personal en lugar de simplemente tratar de superar a las máquinas. La idea de superproductividad ha sido muy popular en los últimos años, pero Roose argumenta que este enfoque lleva a un camino a ninguna parte, ya que no se puede superar a una máquina.
En lugar de eso, Roose sugiere enfocarse en crear productos y servicios que tengan un valor personal y artesanal, es decir un toque netamente humano. Los productos hechos a mano, como la ropa hecha a medida, los muebles hechos a mano y otros objetos artesanales son verdaderamente valiosos en la era de las máquinas, ya que proporcionan un valor añadido que las máquinas no pueden imitar.
La misma idea se aplica a los servicios intangibles. Un agente de seguros o un médico, pueden proporcionar un servicio personalizado y cálido, algo que las máquinas no pueden hacer, algo como una tarjeta de condolencias o palabras de apoyo, esto genera una relación personal con los clientes o pacientes, algo valioso en un mundo automatizado
Regla 5 No seas un punto final.
Citando un ejemplo de la presentación de Google Duplex y un tweet de Chris Messina «Los humanos se están convirtiendo rápidamente en costosos puntos finales de API», Roose señala que lo que Messina estaba diciendo es que en el ejemplo de la presentación( un asistente de IA solicita una hora para cortarse el cabello a una recepcionista humana de un salón de belleza) es que la recepcionista humana del salón de bellleza estaba sirviendo como punto de conexión entre dos piezas de software, Duplex y el calendario de citas del salón, y ella era necesaria, solo porque esas máquinas no podían hablar directamente la una con la otra todavía.
Según Roose, este tipo de los trabajos se encuentran en riesgo de ser reemplazados por la automatización, ya que los algoritmos están cada vez más inteligentes.
Además, los trabajadores remotos están especialmente en riesgo ya que es más difícil para ellos mostrar su humanidad ya que no tienen interacción cara a cara y se evalúan solo en términos de tareas completadas. Los estudios también muestran que las personas que trabajan juntas fuera de línea muestran una productividad mucho mayor.
Roose recomienda que las empresas aseguren que las tecnologías que se están introduciendo apoyen a las personas y no las deshumanicen, reduciéndolas a imágenes en videoconferencias. Además, las decisiones de automatización deben ser tomadas junto con los empleados y se deben preguntar cómo los algoritmos implementados ayudan o dificultan el trabajo.
Si ya estás trabajando como enlace de transmisión, se recomienda convencer a la gerencia para probar un nuevo rol más independiente, si esto no es posible, considera un plan de escape ya que es probable que este trabajo sea reemplazado en el futuro.
Si usted, como yo, tiene un trabajo que a menudo no requiere que actúe como punto final, considérese extremadamente afortunado.
Roose nos recomienda buscar posiciones en las que podamos expresar nuestra humanidad y en las que nadie pueda confundirnos con un robot. Pero insta a no descansar en esa suerte, si no al mantenernos al tanto de los desarrollos en nuestros campos y de cualquier nueva tecnología que pueda usarse para cambiar nuestro rol a uno más administrado por máquinas o alejanos más de las partes humanas de su trabajo.
Regla 6: Trata a la IA como un ejército de chimpancés (no sobrestimar la inteligencia de la IA)
Según Roose, demasiado pronto confiamos en la inteligencia artificial y la utilizamos para tomar decisiones complejas sin considerar las limitaciones y los riesgos que conlleva. La IA solo puede manejar tareas típicas y a menudo aprende de datos sesgados, lo que ha causado problemas graves en el pasado. El autor proporciona ejemplos como la pérdida de $ 440 millones sufrida por Knight Capital en 2012 debido a un programa instalado incorrectamente, y el sistema de IA de IBM Watson que recetó medicamentos perjudiciales para pacientes con cáncer debido a información incompleta.
Algoritmos de «vigilancia preventiva» diseñados para ayudar a las fuerzas del orden público a determinar la probabilidad de reincidencia, etiquetan a los acusados negros como reincidentes con el doble de frecuencia que los blancos.
Para abordar este problema, Roose recomienda que las personas que trabajan en empresas que implementan IA deben expresar sus preocupaciones y alertar a la gerencia sobre los riesgos de errores costosos.
El autor también sugiere que los líderes de las empresas deben ser escépticos con los anuncios de «IA todopoderosa» y tomar precauciones al tratar con proveedores externos. También se recomienda que se informe al público y se discuta la privacidad y la calidad de las decisiones críticas afectadas por la automatización, y se exija acción de las autoridades.
«En un artículo reciente en MIT Sloan Management Review, dos ejecutivos predijeron el rápido aumento de las «empresas autónomas», empresas en las que los gerentes humanos son pocos y distantes entre sí, y la mayoría de las decisiones corporativas, incluida la contratación y el despido, se toman mediante algoritmos.» (1)
No encontré las referencias en el libro.
Regla 7. Construye redes grandes y redes pequeñas
Según Roose, las máquinas pueden tener un impacto negativo no solo en la vida de individuos, sino en ciudades enteras, como Detroit y Waterloo, que han sufrido tras las crisis de la industria automovilística y del fabricante de smartphones BlackBerry, respectivamente. El autor plantea dos tipos de soluciones a este problema: grandes redes y pequeñas redes.
Grandes redes, que son programas a gran escala, como los gubernamentales, pueden mitigar los efectos de estas crisis mediante beneficios de desempleo, ayudas a empresas que contratan empleados despedidos y programas como las asesorías para empleados despedidos en Suecia o la renta básica incondicional en los Estados Unidos. Sin embargo, el autor señala que estas soluciones suelen depender más del Estado y no de la empresa privada.
Pequeñas redes, en cambio, son apoyos a vecinos, amigos y comunidades, como la información compartida entre vecinos y amigos durante los tiempos difíciles de BlackBerry en Waterloo o las ferias de empleo organizadas por los residentes de la ciudad. Incluso las empresas pueden crear estas redes, como Airbnb, que despidió al 25% de sus empleados en 2020 pero les dio una generosa indemnización por despido y los ayudó a volver al trabajo mediante su departamento de reclutamiento.
Regla 8. Desarrollar las principales habilidades del futuro.
El autor, argumenta que existen varias habilidades esenciales que serán valiosas en el futuro tanto para tecnólogos como para humanistas. Una de ellas es la capacidad de gestionar la atención, ya que se considera como el recurso más valioso del siglo XXI. Esta habilidad puede mejorarse a través de prácticas como la meditación, caminar en la naturaleza, la lectura de libros en papel, la oración, y los ejercicios de respiración.
Otra habilidad importante mencionada es la capacidad de evaluar una situación. Según el autor, aquellos que son flexibles y observadores en su vida diaria, son más propensos a tener éxito. Esta habilidad estaría mejor desarrollada en las mujeres y las minorías, debido a que durante muchos años han tenido que actuar con más precaución debido a la discriminación.
Roose también destaca la importancia de aprender a descansar y mantener la estabilidad emocional. Enfatiza que el futuro pertenece a aquellos que son capaces de crear ideas frescas, y esto solo es posible si se permite el tiempo necesario para descansar. Además, también señala la importancia de tener perspicacia y saber distinguir la verdad de las noticias falsas en la web, y filtrar cuidadosamente la información.
La ética analógica también es mencionada como una habilidad esencial, ya que se refiere a la capacidad de tener en cuenta los intereses de los demás, comportarse con honestidad y ser cortés. El autor destaca que estas habilidades sociales simples son las más confiables, especialmente en un futuro donde las relaciones humanas serán cada vez más valoradas.
Por último, el autor menciona la importancia de anticipar las consecuencias, especialmente en ámbitos relacionados con la inteligencia artificial, ya que se han visto las consecuencias imprevistas de introducir IA en sistemas como Facebook y YouTube. El autor sugiere que es importante prever posibles peligros y fallas antes de que ocurra una catástrofe, especialmente para profesionales como médicos, abogados, ingenieros, cuyo trabajo está cada vez más relacionado con la IA.
Regla 9. Arma a los reveldes
En una situación en la que la tecnología gana cada vez más poder sobre nosotros, podemos actuar de dos formas:
- renunciar a los gadgets, alejarse de la modernidad. Está claro que este camino es evidentemente perdedor;
- conocer más a las personas e instituciones que implementan tecnologías, dialogar con ellas, luchar por la ampliación de sus derechos, apoyarnos en esta lucha.
Kevin Roose elige el segundo camino. Es difícil, pero la historia está del lado de los luchadores. Las huelgas de trabajadores a mediados del siglo XX fortalecieron a la clase media y contribuyeron al crecimiento de los sindicatos. La proliferación de plataformas de contratos a corto plazo en línea en la década de 2000 fortaleció los derechos de los trabajadores independientes.
El progreso tecnológico no es una fuerza impersonal que nos arrastra hacia un futuro mejor o hacia el abismo. Desarrollamos e implementamos estas tecnologías nosotros mismos. Los algoritmos están en el poder, no las personas. Siempre depende de nosotros.