El sesgo retrospectivo es una falla de nuestra mente. Todos victimas de el. Un engaño que nos hace creer que sabíamos lo que iba a pasar, pero solo después de que ya ha sucedido. Es un truco que se juega en la mente, una mentira que contamos para consolarnos.
Imagínate enfermo. Pasas meses sintiéndote mal, ignorando los signos. Un día, el médico dice que estás enfermo. Ahora piensas: «Lo sabía». Pero antes, cualquier cosa podría haber sido la causa de tu malestar. Es el sesgo retrospectivo. Te engañas a ti mismo creyendo que sabías lo que realmente no sabías.
El sesgo retrospectivo no se limita a la salud. Escucha lo que dicen los economistas y periodistas económicos cada vez que estalla una burbuja. «Sabiamos que esto iba a pasar». Pero antes, nunca dijeron nada. Ahora parecen expertos, pero antes eran tan ignorantes como todos los demás.
Considera una fábrica de alimentos. Ocurre un brote de salmonella en un lote de cecinas. Ahora se descubre que faltaban medidas de seguridad. Entonces todos dicen: «Lo sabíamos». Pero si eso fuera cierto, habrían hecho algo para evitarlo. De nuevo, el sesgo retrospectivo en acción. Nos engañamos a nosotros mismos creyendo que éramos más sabios de lo que realmente éramos.
El sesgo retrospectivo es real y debemos enfrentarlo. La forma de hacerlo es sencilla, pero requiere disciplina. Anota tus decisiones. Por qué las tomaste. Eso te ayudará a ver la verdad cuando mires atrás. No puedes preverlo todo. No puedes saber lo que no sabes. Cuando las cosas salgan mal, no te engañes. Aprende de ello. Reconocer el sesgo retrospectivo puede mejorar tu toma de decisiones.
No debes juzgar tus decisiones pasadas basándote solo en los resultados. Las decisiones deben basarse en hechos, no en interpretaciones sesgadas del pasado. Es fácil caer en la trampa del sesgo retrospectivo, pero si estás alerta, puedes evitarla. Si lo haces, tus decisiones serán más justas e informadas.
El sesgo retrospectivo es peligroso porque nos hace creer que somos mejores predictores de lo que realmente somos. Eso puede llevarnos a asumir riesgos innecesarios.
Para evitar este sesgo, lleva un diario. Escribe tus predicciones y, de vez en cuando, compáralas con lo que realmente sucedió. Te sorprenderás al ver lo inexactas que suelen ser nuestras predicciones.
Leer historias y documentos históricos también puede ayudarte. No leas solo los relatos retrospectivos condensados en los libros de texto. Lee las fuentes primarias. Te darán una mejor idea de lo impredecible que puede ser el mundo. Y te recordarán resistir la tentación de creer que los eventos del pasado eran inevitables. No lo eran. Reconocer eso es el primer paso para combatir este sesgo.