El ancla es un objeto pesado, diseñado para mantener a raya a los barcos en medio del viento y las olas. Sin embargo, en nuestra mente, el ancla tiene un propósito similar, pero con consecuencias potencialmente desastrosas.
Los psicólogos le llaman «sesgo de anclaje», un faro mental que nos mantiene encadenados a la primera pieza de información que recibimos, influenciando nuestras decisiones y juicios.
En el trabajo, este ancla puede influir en todo, desde la contratación hasta la gestión de proyectos. Imagina a un jefe contratando. El primer candidato tiene carisma, experiencia y una sonrisa agradable. Este candidato se convierte en el ancla. A partir de aquí, todos los demás candidatos son medidos contra esta primera impresión, no importa cuán cualificados puedan ser en realidad.
En otro contexto, imagina a un supervisor de producción en una fábrica de cecinas calculando el tiempo de producción de un nuevo producto. El primer producto de este tipo tardó 3 horas en producirse por completo. Este período se convierte en el punto de referencia. A partir de ahora, todas las futuras estimaciones para la producción de productos similares estarán influenciadas por este plazo, sin importar las variaciones en los recursos, maquinaria o incluso el tamaño del lote de producción.
El sesgo de anclaje también pesa en la relaciones con otras personas. Cuando conoces a alguien y la primera impresión es negativa, esa impresión actúa como un ancla. Incluso si esta persona demuestra ser amable y generosa en encuentros futuros, la ancla de la primera impresión puede teñir todas las interacciones futuras.
¿Que hacemos entonces? Hay varias tácticas.
Primero, reconocer que este sesgo existe. Es el primer paso para todos los sesgos, su existencia. Saber que estás encadenado es el primer paso para liberarte de el.
Segundo, buscar más información. No te quedes con la primera impresión. Asegúrate de tener todos los datos antes de tomar una decisión.
Tercero, haz un esfuerzo por ser sistemático en tu toma de decisiones. No permitas que esta ancla dicte tu curso. En lugar de eso, considera todos los factores y mantén un enfoque equilibrado.
Por último, esfuérzate por ser lógico y reflexivo en tus decisiones.