Cada vez que entro a LinkedIn, siento una corriente de vergüenza ajena recorriendo mi espalda. Como si de pronto me metiera en una especie de realidad paralela donde todos son super humanos, intentando demostrar cuán profesionales son.
Pero no me malinterpreten, entiendo que LinkedIn es una red social laboral y que la idea es «vender habilidades» y donde todos los trabajadores deberíamos estar, pero ¿por qué tiene que ser de forma tan cringe?.
En LinkedIn, las personas se preocupan por proyectar su mejor versión profesional, su mejor versión de si mismos. Son muy cuidadosas con lo que publican y cómo lo presentan, ya que su «actividad» puede ser vista por potenciales empleadores y otros profesionales en su campo. Inlcuso vista por sus actuales empleadores (si, es muy probable que tu empresa te espie)
No pongo en duda que es una herramienta con cierta importancia para buscar trabajo y establecer contactos, pero esa presión para impresionar a lo demás, les lleva a muchas personas a comportamientos vergonzosos, como publicar contenido irrelevante, lleno de jergas, frases motivacionales estilo Coelho, palabras de moda y otras tonterias:
¡Feliz día del #networking a todos mis conexiones de LinkedIn! Estoy súper agradecido por este ecosistema de profesionales apasionados y #changemakers. Juntos, estamos creando valor y liderando la transformación digital en nuestros sectores.
¡Sigamos cultivando nuestras relaciones y potenciando el crecimiento exponencial! ¡Seamos disruptivos! #upskill #disruptor #linkedin
«¡Cuando el mundo nos dio limones , el COVID-19 nos enseñó a hacer limonada!
Y, por supuesto, ¡a venderla en línea!
¡Gracias, pandemia, por ser nuestro MBA improvisado!
#EmprendedoresDeLaPandemia #LimonadaDigital #ECommerce #GraciasCOVID #emprendedoresdisruptivos ¡El poder del home office!»
El feed
Para comenzar, la mayoría de las publicaciones que veo son de gente compartiendo sus logros profesionales y eso está bien.
Por supuesto, no estoy en contra de celebrar nuestros logros, pero la manera en que se lleva a cabo parece como si todos estuvieran compitiendo por demostrar quién es el mejor empleado del mundo y el más brillante de todos. Y seamos sinceros, no eres un ingeniero de la NASA creando una nueva tecnología revolucionaria que salvará la humanidad.
Entonces, la plataforma se convierte en una especie de concurso de egos, donde todos se enorgullecen de sus títulos, cargos y empresas en las que han trabajado. Y seamos claros, a los únicos que les importan tus logros académicos y laborales son a tus padres, probablemente a tu pareja o un par de amigos y nadie más. Triste verdad.
Otro arista peculiar es la falsa modestia que abunda en la plataforma, en otros lares le llaman «humblebragging» . ¿Cuántas veces he leído a alguien escribir algo así como: «Me siento humildemente honrado de ser parte de este equipo tan talentoso». Es como si LinkedIn fuera una competición para ver quién puede ser más humilde alardeando de sus supuestos éxitos.
Y ni hablar de las interacciones. He visto conversaciones donde la gente se comenta mutuamente sus publicaciones en un intento de crear conexiones laborales. El problema es que esos comentarios se sienten forzados y poco naturales, como si estuvieran siguiendo un guión para no salirse del tono profesional. Si esas personas comparten las mismas ideas en Twitter tendrían otro tono.
Entiendo que en un entorno laboral hay que mantener cierto nivel de formalidad, pero ¿es necesario que seamos robots sin personalidad? ¿Sin opinión? ¿Sin ideas propias? ¿Sin argumentos?. Finalmente, terminan por autosensurarce ante publicaciones vergonzosas llenas de errores lógicos, argumentativos y sin profunidad.
Lo curioso, es que LinkedIn es una red social que se supone debería conectar a profesionales y ayudarles a encontrar nuevas oportunidades. Eso al menos en el papel.
Pero en vez de eso, se ha convertido en un lugar donde la gente se siente presionada por mostrar una versión idealizada de sí misma para competir con otros profesionales, en lugar de enfocarse en construir relaciones auténticas y genuinas.
En fin, quizá sea solo yo, pero cada vez que entro a LinkedIn no puedo evitar sentir esa sensación de incomodidad y vergüenza ajena. Finalmente termino cerrando sesión rapidamente.
Tal vez deberían relajarse un poco y recordar que aunque esten en un entorno laboral, no hace falta dejar de ser uno mismo.
¿Vale la pena usar LinkedIn?
La verdad es que eso depende de los objetivos de las personas supongo. Desde mi punto de vista, si.
Pd: ¿Alguien podría preguntar por qué tienes una cuenta en LinkedIn si no te gusta?. Respuesta: Mi empleador nos ofrece LinkedIn learning. Lo único rescatable. Hay que aprovechar la oportunidad.