La transformación digital es la mayor revolución tecnológica desde la revolución industrial. Sin embargo, la manera en que las empresas dan forma a este cambio y si siguen siendo aptas para el futuro, dependen de una “mentalidad digital” y de los rasgos de personalidad de todos las personas que trabajamos.

No recuerdo a quien o donde escuché o lei la siguiente frase: «La transformación externa necesita una transformación interna». Tuve que pensarlo dos veces, entonces se me vino a la cabeza la transformación digital. ¿Si la transformación externa es la transformación de las empresas para digitalizar y automatizar ciertos procesos?, ¿qué es la transformación interna?

Bueno, sólo puede tratarse de la transformación de los trabajadores. Quienes, en el transcurso de la transformación digital de la empresa, deben adaptarse al cambio de las circunstancias: una transformación personal, una transformación de pensamiento y acción.

El papel de la cultura corporativa para la transformación digital

La encuesta de McKinsey de 2017 “Cultura para una era digital” entre 2100 tomadores de decisiones, da una indicación inicial de qué factores son realmente importantes en una transformación digital. La encuesta llega a la conclusión de que la transformación digital se ve obstaculizada principalmente por la falta de pensamiento digital, estructuras de silos y poca disposición a asumir riesgos.

Los factores técnicos y financieros juegan un papel menor.

Es fácil ver que todos estos factores están relacionados con la cultura de una empresa. Recordemos: La cultura corporativa describe los valores, normas y actitudes que dan forma a las decisiones, acciones y comportamiento de los miembros de una organización.

Para decirlo de manera informal, la cultura corporativa se trata de:

  • Cómo funcionan las empresas.
  • Qué hace que la gente se sienta atraída o qué rasgos de personalidad tienen las personas que trabajan ahí.
  • Qué modelos son establecidos y ejemplificados por la gerencia y los ejecutivos.
  • Cómo se transmiten y desglosan estos modelos a los empleados.
  • Cómo los empleados alinean su comportamiento y su trabajo en consecuencia.

Si no encajamos en el marco de la empresa, será difícil un cambio tan grande como la transformación digital.

Para dar forma a la transformación digital, necesitamos la mentalidad y las actitudes  adecuadas. En resumen: una mentalidad llamada digital.

Una mentalidad digital sostiene el cambio

Imagínate que eres una persona apegada a sus rutinas diarias, y un día, te encuentras con una sorpresa: algo en tu vida cambia drásticamente. Como humanos, somos criaturas de hábitos, y nos encanta la comodidad de lo familiar. Pero también tenemos una capacidad increíble para adaptarnos a nuevas situaciones, aunque al principio nos parezcan incómodas.

Piensa, por ejemplo, en la implementación de una nueva tecnología en tu lugar de trabajo. Al principio, es posible que te sientas reacio a usarla, pero con el tiempo, te adaptas. No obstante, adaptarse no es lo mismo que adoptar una actitud positiva hacia el cambio. Si solo utilizas la nueva tecnología porque es obligatorio, podrías estar bloqueando inconscientemente sus beneficios y afectar negativamente tus resultados laborales.

Ahora bien, el cambio es inevitable; ocurre constantemente, y es imposible detenerlo. Entonces, ¿por qué no abrazarlo en lugar de resistirse a él? En el mundo de la transformación digital, aquellos que adopten una actitud positiva y afirmativa ante el cambio tendrán mucho más éxito.

Entonces, ¿qué implica tener una mentalidad digital? Aquí tienes algunos elementos clave:

  1. Comprender las (nuevas) tecnologías y el ecosistema en red.
  2. Entender los nuevos procesos y las diferencias entre los mundos analógico y digital.
  3. Generar confianza en línea y comprender qué significa ser «ágil».
  4. Conocer las comunidades y tener una mentalidad «social».
  5. Usar inteligentemente la innovación y saber cómo funciona el mundo en línea.
  6. Improvisar en relación con las tecnologías y ser proactivo.
  7. Nunca dejar de aprender y mantenerse actualizado.

Alguien con una mentalidad digital debe:

  1. Reconocer las oportunidades que ofrece la digitalización.
  2. Tener una comprensión profunda de las relaciones entre el mundo digital y el mundo real.
  3. Ser capaz de analizar interacciones.
  4. Abordar los cambios con curiosidad y mantenerse abierto a nuevas experiencias.
  5. Tener interés en los procesos de vanguardia.

Así que la próxima vez que te enfrentes a un cambio en tu vida, recuerda que la mentalidad digital es más que solo conocer las últimas tecnologías. Se trata de adoptar una actitud positiva y estar abierto a aprender y crecer constantemente.

Voluntad de dejar de lado las rutinas familiares.

Imagina que estás en tu trabajo, cómodo y feliz con las rutinas que has establecido a lo largo de los años. Te preguntas por qué deberías cambiar algo si todo parece funcionar bien. Pero aquí viene el dilema: la vida está llena de cambios y, a veces, lo que solía funcionar ya no es lo mejor para ti o para tu empresa. Aprender a soltar es crucial para adaptarse a estos cambios, y no solo en el ámbito laboral.

Cuando nos aferramos a viejas rutinas, podemos caer en lo que se llama «ceguera operativa», lo que nos impide ver las nuevas oportunidades que se presentan. Por ejemplo, puede que no te des cuenta de que digitalizar un proceso analógico podría hacer tu vida laboral mucho más fácil y eficiente, simplemente porque estás atrapado en la rutina familiar.

Entonces, ¿cómo puedes superar esta barrera? La clave está en aceptar que el cambio es inevitable y aprender a abrazarlo en lugar de resistirse. Al hacerlo, puedes transformar tu mentalidad actual en una «mentalidad digital» caracterizada por la apertura y el deseo de crecer y evolucionar.

En lugar de rechazar los cambios, adopta una actitud positiva y busca oportunidades para mejorar. Desarrolla una mentalidad digital que te permita soltar las rutinas obsoletas y, en cambio, estar dispuesto a probar nuevas formas de hacer las cosas. Así, estaremos mejor preparado para enfrentar los desafíos y las oportunidades que el cambio nos presenta en nuestras vidas laborales y personales.

Cuestionamiento crítico de lo existente

En la transformación digital, los cambios de dirección no son simples retoques estéticos superficiales, sino que frecuentemente se convierten en una necesidad urgente para garantizar la sostenibilidad de cualquier actividad económica.

Es fundamental comprender que los procesos, procedimientos, productos e incluso modelos de negocio que han sido establecidos en una empresa a lo largo del tiempo no son inamovibles. Lo que funcionaba ayer podría no ser apropiado hoy, y lo que es apropiado hoy podría no serlo mañana. Un ingrediente clave para el cambio es cuestionar de manera crítica lo existente y lo que ha sido puesto a prueba.

Las compañías y los equipos necesitan miembros valientes, dispuestos a pensar de forma crítica. Aunque aquellos que siempre asienten pueden crear una aparente armonía con el entorno y eludir conflictos, esto no garantiza resultados favorables en el largo plazo.

No es imprescindible estar siempre de acuerdo, ni que a todos les agrade lo que ya está establecido. Las personas que piensan críticamente están dispuestas a enfrentar desafíos potenciales y aportar sus propias ideas. Decir «no» sin proponer soluciones no resulta útil a largo plazo. Así que cuestiona, pero también propón.

Una mentalidad digital necesita curiosidad

Cuando te conviertes en padre, te das cuenta rápidamente de que la curiosidad es un atributo maravilloso en los niños. Los pequeños, como si llevaran un radar incorporado, muestran interés en absolutamente todo lo que les rodea, sin importar si algo es realmente interesante, peligroso o no. Pero a medida que crecemos, esa increíble capacidad de asombro parece desvanecerse.😢

La curiosidad y el entusiasmo por descubrir y probar cosas nuevas se ven eclipsados por evaluaciones racionales sobre la utilidad de algo y análisis de costo-beneficio que, aunque necesarios, pueden limitarnos a pensar fuera de la caja como dicen los gringos.

En el mundo laboral, es cierto que estas consideraciones resultan importantes y necesarias. Sin embargo, cuando se tornan en los únicos factores determinantes para tomar decisiones, terminamos por sofocar nuestro anhelo de innovar a largo plazo. Experimentar se convierte en algo que se percibe como una pérdida de tiempo y esfuerzo sin un retorno adecuado.

Y aquí es donde entra la curiosidad, ese requisito fundamental para adoptar nuevas soluciones y tecnologías digitales. La curiosidad nos empuja a explorar lo desconocido, a descubrir lo oculto y a desafiar nuestros propios límites. Es ese estado en el que nos sentimos especialmente deseosos de adquirir conocimientos y en el que manifestamos un gran interés en obtener nueva información, sabiduría o destrezas.

En la era de la transformación digital, es más crucial que nunca retomar esa característica de la infancia y permitirnos ser curiosos, asombrarnos y aprender sin miedo. Porque, al final del día, no hay nada más emocionante que adentrarse en lo desconocido y descubrir nuevas formas de ver y entender el mundo que nos rodea. Entonces, ¿por qué no darle una oportunidad a la curiosidad y ver adónde nos lleva?

 

Una mentalidad digital significa pensar en equipos y redes

Estructuras y procesos claros, una división del trabajo meticulosa y especializada, jerarquías bien definidas y horarios de trabajo fiables pero rígidos: así solía ser el trabajo en la era de la industrialización.

Esa era la concepción del trabajo. Sin embargo, la digitalización está transformando esta mentalidad. Las jerarquías están siendo sustituidas por estructuras en red. A su vez, estas estructuras en red demandan pensar y actuar de manera interconectada.

Quienes trabajan en red dejan atrás el enfoque egocéntrico y la actuación individual, para abrazar el intercambio de conocimientos, el apoyo mutuo, la inspiración y el intercambio específico de experiencias.

Colaborar en equipo cobra cada vez más importancia, y se convierte en un requisito previo para el éxito futuro. La cooperación implica dejar de guardar el conocimiento exclusivamente para uno mismo. En cambio, el conocimiento se encuentra a disposición de todos los miembros del equipo, quienes pueden visualizarlo y procesarlo a través de documentos. Los indeseables silos de conocimiento quedan relegados al pasado.

Una cita de Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, encaja perfectamente aquí: «La sabiduría puede comprarse o tomarse prestada. Al comprarla, debes pagar el precio completo y cometer errores por ti mismo. Es más sabio pedirla prestada. Acércate a hombres y mujeres que te cuenten sus errores».

Lo último, el más claro ejemplo de sabiduría mundana.

Abordando abiertamente los errores y las fallas

Al aventurarse en lo nuevo, es probable que cometamos errores. Los errores son parte inherente de todos los experimentos y pruebas.

Los errores son importantes porque nos permiten aprender. Quienes no cometen errores, o no tienen permitido hacerlo, no acumulan conocimiento empírico.

La posibilidad de cometer errores o fracasar depende en gran medida de la cultura corporativa. Si los errores se consideran defectos, algo que debe evitarse, se termina sofocando cualquier atisbo de creatividad. La motivación para intentar cosas nuevas desaparece.

Mirando hacia Estados Unidos, vemos que se puede abordar de manera diferente el tema de los errores y fracasos. Allí, a quienes enfrentan la quiebra de sus empresas se les anima a intentarlo de nuevo. Tan lejano a nuestra cultura latinoamericana.

Una y otra vez. Esta forma de lidiar con el fracaso puede parecernos ajena, aunque delegaciones completas de políticos de alto rango y líderes empresariales viajan con frecuencia a Silicon Valley en busca de lecciones prácticas, impresionados por el enfoque poco convencional de los negocios y la actitud despreocupada hacia los riesgos económicos.

Sin embargo, ya en el vuelo de regreso, el «tema» comienza a desvanecerse nuevamente, solo para ser olvidado por completo al llegar a casa. Peor aún cuando estos gatos provienen de nuestros impuestos.🤦‍♂️

Entonces, las viejas formas de pensar prevalecen de nuevo: ¡No cometas errores! Los errores son malos. Los errores tienen consecuencias negativas. Quien comete errores es culpable.

La transformación digital no puede tener éxito con esta actitud. Quienes se atreven a aventurarse en terreno resbaladizo deben esperar caídas. Mientras puedan levantarse una y otra vez, todo estará bien.

Conclusiones

La transformación digital va más allá de simplemente implementar nuevas tecnologías y procesos; implica un cambio profundo en la mentalidad, la cultura corporativa y la estructura organizativa.

Para lograr una transformación digital exitosa, es fundamental fomentar una mentalidad digital, la curiosidad, la colaboración, la adaptabilidad y el aprendizaje a través de los errores.

Una cultura corporativa que promueva estos valores y nos permita a los trabajadores cuestionar críticamente lo existente y asumir riesgos es esencial para impulsar la innovación y el cambio en la era digital.

Por lo tanto, las empresas deberían centrarse en desarrollar una cultura corporativa sólida que apoye la transformación digital, ya que esto les permitirá mantenerse competitivas y prosperar en un entorno empresarial en constante evolución.