¿También te gusta escuchar música mientras trabajas? No estás solo en esto. Resulta que una gran mayoría, alrededor del 85%, de quienes tienen la opción de poner música mientras trabajan, eligen hacerlo.

Y no solo eso, más del 40% de las personas mantienen la música de fondo durante todo el día. Por esta razón, no sorprende que a los investigadores les intrigue cómo esta costumbre afecta nuestra productividad.

¿Cómo puede la música ayudar a mantener la concentración y evitar distracciones?

Mantener la concentración en una tarea durante un largo período puede ser complicado, y esto se debe a que nuestro cerebro opera con dos sistemas de atención: uno consciente y otro inconsciente.

El sistema consciente nos ayuda a enfocarnos deliberadamente en nuestras tareas, mientras que el inconsciente nos distrae hacia cualquier estímulo que considere relevante. Por ejemplo, si escuchamos un ruido inesperado mientras trabajamos, es fácil distraernos sin siquiera notarlo.

Además, cuanto más tiempo pasamos intentando concentrarnos en algo que nos resulta tedioso o poco estimulante, nuestro cerebro recibe menos variedad de estímulos. Esto nos hace más susceptibles a distraernos con cosas simples, como el sonido de alguien suspirando o el tintineo de una taza de café.

La música de fondo puede ser una solución al problema. 

Lo ideal es que produzca dos efectos a la vez:

1) ruido no invasivo que cargue de trabajo el sistema de atención inconsciente para que no te distraiga.

2) sensaciones agradables que dan un matiz emocional positivo al proceso del trabajo.

Veamos qué tipo de música realiza mejor cada una de estas tareas.

Fondo musical para la concentración

Una manera bastante útil de estudiar el impacto de la música en la concentración es observando a personas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

El diagnóstico del TDAH suele realizarse en la infancia.

Sin embargo, en los últimos años, el diagnóstico de este trastorno ha mejorado, y se ha descubierto que casi el 5% de los adultos enfrentan problemas de déficit de atención.

Dicho esto, te presento a los dos principales referentes en la lista de música para mejorar la concentración.

 

Ruido blanco

Este es un sonido monótono con una distribución uniforme de frecuencias altas, medias y bajas, en el que todos los sonidos se fusionan y es imposible distinguir un ritmo determinado.

Algunos ejemplos de ruido blanco incluyen el sonido del viento, la lluvia o de una cascada. Debido a la amplia cobertura de frecuencias de sonido, el ruido blanco enmascara bien cualquier estímulo acústico. Simplemente se «ahogan» en su flujo.

¿Qué muestran los experimentos ?

Los investigadores llevaron a cabo un experimento en el que reproducían ruido blanco a niños con TDAH y a sus compañeros sin el trastorno, para luego realizar pruebas de memoria. El resultado fue sorprendente: en los niños con déficit de atención, la estimulación con ruido blanco mejoró sus funciones cognitivas, mientras que, en el grupo control, curiosamente, las empeoró.

En el caso del TDAH, el metabolismo del neurotransmisor dopamina, responsable de la motivación, se ve afectado, lo que genera dificultades para concentrarse al realizar tareas largas y monótonas.

El ruido blanco contrarresta las debilidades en la motivación asociadas con la falta de dopamina. Por lo tanto, podrías probar incorporar este tipo de sonidos en tu entorno laboral para superar la procrastinación.

Pulsos binaurales

El concepto de los latidos binaurales es sencillo: al escuchar música por un tiempo prolongado a una frecuencia específica, esta entra en resonancia con los ritmos cerebrales y sincroniza su actividad eléctrica a dicha frecuencia.

Desde la invención del primer electroencefalograma (EEG) en la década de 1920, los científicos han identificado que el cerebro produce cuatro tipos diferentes de ondas cerebrales. Estas se denominan ondas beta, alfa, theta y delta.

A continuación, te muestro las características particulares en cada rango de ondas cerebrales.

Fuente: Bitbrain

En términos de este post interesan tres rangos de frecuencia.

1 Onda theta (4-8 Hz)

Corresponde al estado de meditación y actividad creativa.

Cuando el descanso y la relajación dan paso a la somnolencia, emergen las ondas theta lentas y poderosas. Es el «estado crepuscular» entre la vigilia y el sueño y suele ir acompañado de imágenes mentales imprecisas y oníricas. A menudo, estas imágenes se asocian con recuerdos vívidos, preferiblemente recuerdos de la infancia.

Theta abre el acceso al material inconsciente, a la ensoñación, la asociación libre, el conocimiento oculto y las ideas creativas. Es una condición misteriosa y durante mucho tiempo los científicos han tenido dificultades para estudiar esta condición con calma, ya que generalmente es difícil mantener este estado durante un largo período de tiempo ya que la mayoría de las personas se quedan dormidas en este estado.

Los investigadores de biorretroalimentación E. y A. Green descubrieron que las ondas theta están asociadas con un estado interiorizado profundo y con la calma del cuerpo, las emociones y los pensamientos.

También descubrieron que en un grupo que entrenaba regularmente en estados theta, se reportaban repetidamente recuerdos vívidos de eventos de la infancia olvidados hace mucho tiempo. Fue incluso más que un simple recuerdo, sino más bien una experiencia integral, un revivir.

El investigador de biorretroalimentación Dr. Budzynski de la Universidad de Colorado descubrió que las personas en theta son «hipersugestionables». También son capaces de aprender enormes cantidades de material en muy poco tiempo. Theta es el estado en el que se encuentra el «superaprendizaje».

Los humanos en Theta están extremadamente dispuestos y son capaces de aprender nuevos idiomas. Además, las sugerencias de cambios en su comportamiento y actitudes van directamente al subconsciente y se aceptan como verdaderas porque eluden nuestros filtros mentales y mecanismos de defensa críticos que, de lo contrario, evalúan tales declaraciones.

Onda beta (14-30 Hz):

Las ondas cerebrales más rápidas abarcan un rango de frecuencia de 14 ciclos por segundo (= 14 Hertz, abreviado Hz) a más de 100 Hz. Cuando estamos en un estado normal, despiertos, con los ojos abiertos, nuestro enfoque en el mundo exterior o con problemas concretos, entonces dominan las ondas beta (normalmente entre 14 y 40 Hz).

Se dividen en dos categorías: las ondas beta bajas (14-19 Hz) y las ondas beta altas (20-30 Hz).

El rango beta está asociado con:

a) beta bajas: atención, estado de alerta, concentración, cognición (positivo)

b) betas altas: ansiedad, preocupación, miedo, estrés mental, agitación interna.

Onda gamma (de 25 a 120-170 Hz):

Mayor concentración a la hora de resolver tareas que requieren la máxima concentración.

En la práctica, se ve así: los sonidos con diferentes frecuencias se introducen en los oídos a través de auriculares.

Las ondas gamma se producen cuando el cerebro está en un estado de alta actividad y alerta y se consideran una de las ondas más rápidas del cerebro.

Latidos Binaurales: cómo el cerebro crea ritmos ilusorios y su impacto en la concentración y el estrés

La idea es que el cerebro compensa la diferencia entre frecuencias creando un tercer ritmo «intermedio» (también conocido como «ilusorio»), permitiendo así sintonizar con la frecuencia deseada. Imagina que escuchas una melodía con una frecuencia de 110 Hz en tu oído derecho y 120 Hz en el izquierdo.

Tu cerebro, basándose en la diferencia entre ambas, crea un ritmo adicional con una frecuencia de 10 Hz. De hecho, este sonido es muy bajo y apenas audible para el oído humano, pero estudios indican que tiene un efecto positivo en el cerebro.

Los latidos binaurales pueden disminuir el estrés percibido, mejorar el estado de ánimo y la concentración, y no solo en casos de déficit de atención.

Se sugiere escuchar el ritmo binaural durante al menos media hora para que tu cerebro se sintonice con la onda deseada. Puedes encontrar ejemplos de estos ritmos aquí. Y para quienes prefieren algo similar, pero con melodía y guitarra solista, existe el audio 8D (se requieren auriculares con aislamiento acústico).

La música pop también puede convertirse al formato binaural. YouTube y servicios como Spotify ya cuentan con numerosas listas de reproducción de música 8D, como esta. Estas pistas, con un sonido que parece desplazarse de un oído a otro, ya han sido denominadas como «música para el TDAH», aunque no existen pruebas científicas contundentes acerca de su efecto en el cerebro.

Música para motivar

Desde los años 50 hasta los 90 del siglo pasado, la teoría del “afecto musical” fue popular en el ámbito de la investigación. Fue propuesto en 1956 por el compositor y filósofo Leonard Meyer. Él creía que la música lleva una cierta «carga afectiva» y, en consecuencia, puede evocar en todos las mismas emociones programadas en ella: ya sea alegría y entusiasmo, o frustración y tristeza.

Sin embargo, esta teoría fue refutada posteriormente. Los investigadores notaron que la composición de la melodía en sí es solo una pequeña parte de lo que afecta la percepción de la música y las emociones que evoca.

Es igualmente importante en qué circunstancias una persona escucha una melodía, qué recuerdos despierta, etc. Además, resultó que la música puede funcionar según el principio de neurofeedback. 

Si escucha regularmente una determinada lista de reproducción en momentos de inspiración y concentración, luego de un tiempo estas melodías se convertirán en un disparador emocional para ti, es decir, te pondrán en un estado más productivo.

Estilo más productivo

En 1993, los investigadores descubrieron el llamado «efecto Mozart»: resultó que al escuchar las melodías clásicas de este compositor, los participantes en el experimento obtuvieron mejores resultados en las tareas de orientación espacial; esta es una de las pruebas estándar de inteligencia y atención. Pero ya en 2001 esta teoría también fue refutada .

Durante los experimentos, los investigadores compararon los resultados de la prueba espacial en quienes escucharon una melodía importante de Mozart y quienes escucharon una composición menor de otro clásico o simplemente se sentaron en silencio.

En el grupo de oyentes de Mozart, los indicadores realmente resultaron ser más altos, pero esto se debió principalmente al buen humor y la emoción. Conclusión: si quieres concentrarte, no es necesario escuchar los clásicos, solo pon la música que te hace feliz y revitalizado.

Y hay algunos patrones generales. Como han demostrado los experimentos de la psicóloga inglesa Maria Witek, el cerebro, por regla general, disfruta de la música con un patrón rítmico variado, pero no demasiado complejo.

Los ritmos simples y monótonos, que recuerdan a los ritmos del metrónomo, no podrán crear una música de fondo estimulante. Y la música caótica e impredecible como el free jazz, con muchos sonidos espontáneos, en sí misma puede distraerte del trabajo más que una animada conversación entre colegas. De ahí las cuatro reglas.

Qué música NO incluir en tu lista de reproducción de productividad

  • sin ritmo claro.
  • muy fuerte, con transiciones bruscas.
  • demasiado rapido.
  • canciones que amas o, por el contrario, no puedes soportar: las primeras te distraerán del trabajo con emociones agradables, las segundas con emociones desagradables.

La lista de reproducción perfecta para el trabajo.

¿Cómo seleccionar la mejor música para escuchar mientras trabajas? Pues depende de lo que necesites. ¿Animarte? ¿Concentrarte? ¿Aumentar la energía? Cada situación requiere una selección diferente.

Si necesitas subirte el ánimo y aumentar la energía, el principio ISO es una buena opción. Esta técnica consiste en armar una lista de reproducción que te ayude a llegar a un estado emocional deseado. Puedes empezar con algo relajante y ir subiendo de a poco con música más animada.

Por otro lado, si tu objetivo es concentrarte lo máximo posible, las bandas sonoras de videojuegos son una excelente opción. Están diseñadas para crear un ambiente de inmersión total, así que ayudan a ahogar los ruidos extraños y no distraerte.

Algunas conclusiones

  1. Aproximadamente el 85% de las personas escuchan música mientras trabajan.
  2. El cerebro tiene dos sistemas de atención: consciente e inconsciente.
  3. La música de fondo puede ayudar a mantener la concentración en el trabajo.
  4. El ruido blanco y los pulsos binaurales pueden mejorar la concentración.
  5. Las ondas theta, beta y gamma del cerebro están relacionadas con diferentes estados mentales.
  6. Los latidos binaurales pueden disminuir el estrés y mejorar la concentración.
  7. La música puede motivar y evocar emociones específicas en función de la situación y la persona.
  8. El «efecto Mozart» fue refutado, lo importante es escuchar música que te haga feliz y que te haga sentir revitalizado.
  9. Se debe evitar la música sin ritmo claro, muy fuerte, demasiado rápida o con connotaciones emocionales extremas.
  10. La lista de reproducción perfecta para el trabajo depende de las necesidades individuales y del contexto.